ABUELA
Sanando el árbol
Miro tu historia, abuela, en las historias que no he podido resolver en mí. Tomo tu historia con el corazón y me permito obrar de distinta forma, hacer y recorrer mi propio camino y seguir siendo tu nieta, me permito tomar pasos diferentes y seguir siendo tu sangre.
Respeto tu vida, abuela, tus circunstancias y limitaciones, tus momentos de sufrimiento, tus virtudes y valores, tu valioso legado que ahora transciendo y transformo para sanar en él lo que sea necesario, aprendiendo de ti pero soltando todo aquello que hoy te devuelvo ya sanado, porque es tuyo y ya no duele, ahora sólo te aportará paz.
Abuela, estás en mí, en mí vives y te encuentro cuando sueño, tanto si duermo como si te pienso, al meditar y en los momentos en que busco algo de aliento, una señal, un consejo susurrado, una dirección o el simple sentir de esa presencia invisible que me acompaña y siempre me brinda su protección.